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"Estoy destinadx a estar solx"



"Estoy feliz porque siempre pensé que estaba destinado a estar solo, y ya no siento que así sea".


Con esta frase cerró la última sesión del año de un paciente con el que llevaba un tiempo trabajando. Esta profesión tiene hermosos momentos, y este es uno; estaba feliz.

Parece frase armada, esas lindas de autoayuda que vemos hasta en los sobres de azúcar. Pero les juro que fue real, y a veces en la vida real pasan esas cosas que nos prometen los que nos hablan de felicidad.


Como saben, con Nacho trabajamos los vínculos y hay una frase que escuchamos en nuestras formaciones y realmente lo comprobamos a diario: la salud mental tiene relación directa con la calidad de nuestra vida vincular.

Pablo, así vamos a llamar a mi paciente para conservar su identidad (igualmente tenemos su consentimiento para publicar esto, él lo leyó antes).


Pablo empezó terapia, entre otras cosas, muy angustiado porque de verdad creía que estaba “destinado a estar solo”. Estaba resignado; era una idea que estaba instalada y estaba intentando acomodar su vida a esa idea. Pero estaba muy angustiado. Realmente no era lo que quería.


La frase de estar destinados a estar solos, desde un lugar de “ya está”, es cada vez más frecuente en nuestros pacientes.

Lo bueno de esta historia es que, con mucho esfuerzo de su parte, esfuerzo por cambiar ese supuesto “destino”, lo logró. Logró cambiar de pensamiento y liberarse de esa angustia que le generaba LA IDEA de que estaba destinado a eso.


Estar en pareja o estar solterx no tiene que ver con la suerte ni con un destino. Depende de lo que hagamos con nuestras vidas.

Seguramente haya circunstancias de la vida que sienta que no me favorezcan: que mi personalidad sea de tal manera, que “todxs lxs son iguales” o “unxs histéricxs”, que tuve que viajar mucho, etc.

Es muy complejo vincularse hoy por muchas razones, pero creemos que la más importante es la digitalización del mundo de citas. La lógica virtual, mediada por las REDES SOCIALES, realmente creó un nuevo mundo que está siendo lo que complica. Pensar que son una herramienta que debería facilitarnos todo, y sin embargo, se convirtieron en muchos casos en nuestras enemigas.


Voy a volver al caso de Pablo. Nunca en sus 29 años había salido con alguien, ni un beso, NADA, algo que le generaba gran angustia y frustración. Durante la terapia comenzó a hacer actividades que creía que le gustaban. Llevaba toda su vida haciendo lo que “se esperaba de él” para no incomodar; esto lo llevó a no saber quién quería ser, no sabía qué quería, cómo le gustaba vestirse, con qué se sentía más cómodo.


Este fue el trabajo principal: que pueda aprender a definir su identidad porque la identidad no sólo viene dada, es construida. Y el ejercicio de aprender a elegir, decidir, es gran parte del acompañamiento terapéutico.


Pablo empezó a hacer actividades, vestirse como quería, hablar con quien quería, pudo empezar a moverse por esos lugares y apareció lo que HOY está siendo un problema, que es la autenticidad.

Está siendo un problema porque no nos estamos animamos a mostrarnos; todo es medido, todo es cuidado, todo es exposición. Las redes sociales están haciendo que todxs hablemos igual, en realidad, NO PODEMOS hablar o decir ciertas cosas. Hoy hay que definir CUÁNDO tener conversaciones porque realmente NO SÉ cuándo y pienso que existe UN CUANDO específico.


La autenticidad aparece ahí, en romper ESAS reglas. Porque las creamos nosotrxs a esas reglas. No es el mundo virtual en sí el problema, sino el uso que le damos.


La autenticidad es la CLAVE a la hora de conocer a alguien.

Pablo no tiene un círculo de amistades muy grande, entonces, para conocer gente, empezamos a probar con las aplicaciones de citas, con toda la ansiedad que esto le generaba. Los primeros match no estuvieron tan buenos; algunos chicos lo dejaron plantado, otros le hablaban con un lenguaje sexual. Él no quería y se sentía incómodo.


Pese a todo esto, él siguió; hablamos mucho en terapia de esta ANSIEDAD, de la frustración que generaba muchas veces ni siquiera concretar una cita. También hablamos de los miedos que aparecían: ¿qué voy a hacer si quiere darme un beso y yo no? ¿Y si quiere algo más? ¿Cómo hago para que no se note que no tengo experiencia? ¿Si le parezco aburrido? ¿Si no le gusto?, etc.


Los miedos son parte de conocer a alguien. Aunque aparecía cierta pena o frustración, siempre le dije lo mismo: "Estoy segura de que hay alguien que quiere algo parecido a lo que vos querés, que respete tus tiempos y que guste de vos tal cual como sos". Realmente es algo que creo; no es mi rol ser motivadora de mis pacientes, pero hay mucha gente dando vueltas por ahí con ganas de tener una linda historia, el desafío está en que ese encuentro suceda.


Si bien los vínculos si o si se construyen, hay un primer momento que tiene que estar: “me gusta o no me gusta” y ver ahí que sea recíproco. Y así fue. Tuvo su primera cita, le fue muy bien, se sintió cómodo, fue él mismo. Tuvo la segunda cita, la tercera, dio su primer beso, y hoy siguen conociéndose.


Pablo es uno de esos pacientes que te hacen llorar de emoción. La última sesión que tuvimos me dijo: "Estoy feliz porque siempre pensé que estaba destinado a estar solo, y ya no siento que así sea".

Y la alegría no es porque conoció a alguien, sino porque ya no siente eso que le hacía tan mal.


¡Gracias por leernos!

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